Me senté a esperar
la luna de octubre,
a la orilla del mar
de mis recuerdos,
alados, tal vez inciertos,
bajo otra noche lunar.
Te vi aparecer,
cual trampantojo en mi vista,
entre la niebla de sonidos
que formulaban el canto
de sirenas varadas
en una playa por conquistar.
El reflejo sobre tu piel
reescribía sendas de otros pasos,
de recorridos lunares,
en las yemas de mis dedos
de pianista sin solfeo
de un tiempo ya caducado.
En un noray de hierro oxidado
por el tiempo y el olvido,
recordé tus manos
en la marea que desgranamos,
en el mar de la tranquilidad
de una luna que inventamos.
Donde las áridas arenas
se nos hicieron tapices
donde contar las cicatrices
de ayeres por resanar.
Bajo la pálida luna
dijiste amarme, con versos.
Versos de vainilla con canela,
para las tardes de invierno
en que nos esperarían los fríos
de las nieves por llegar.
Anidaron en mi boca,
y los guardé para siempre.
Esta tarde, con PROYETO ASCHEL y CHELO DE LA TORRE